Genealogía
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Las mentes son templos de musas, son espacios sagrados donde se generan ámbitos y condiciones de posibilidad para hacer sensible e inteligible el imaginario, las expectativas y los valores inmanentes y sociales.
Los museos son Terios de complejas y constantes reflexiones que generan urdimbres fractales de continuos espejos propios. Origen e instancia de inmanencias, estancia de eternas existencias, lugar donde las piedras se convierten en soles y los soles en íntimas historias, donde la visión penetra la penumbra del pretérito y el origen transborda hacia el futuro; donde los ecos son visibles, donde fluyen las representaciones luminiscentes de lo inasible; ahí, un triángulo y una circunferencia son la equidad trigénica de una montaña a la luz de la luna plena.
Los museos son Templos de coexistencia, continentes milenarios y milagrosos donde habitan y se habitan a las musas.
Museo: Concepto polisémico de legendaria etimología: del griego y del latín museum.
Mouseion, la icónica palabra museo procede de la mitología griega, museion templo de las musas.
KalloTerio, kallos, del gr. belleza, terio,del gr. lugar (lugar habitado por) hábitat de imágenes, de imágenes bellas y habitables; espacio de diversas colecciones y propósitos, continente de acervos significativos, curaduría de legados.
El mouseion fue imaginado por Alejandro Magno como centro generador de conocimiento para posicionar a la metrópoli de Alejandría como la capital del mundo conocido y garantizar su predominio en el comercio, la política y el saber, para así lograr el áureo sueño de unificar las culturas de Oriente y Occidente.
El mouseion, además de ser hiperrelicario, cumplió la meritoria misión de expandir las fructíferas experiencias de la Academia de Platón, el liceo de Aristóteles, la escuela Pitagórica “bios teoretiós” donde se profesaba la vida teorética o contemplativa de observación y disciplinado estudio.
Alejandro (Sikandar – experto) Magno, encomendó a Tolomeo I (Sóter – salvador), de origen macedonio, erigir la ciudad de Alejandría, en una parte nodal del magno imperio.
La ciudad de Alejandría, utopía realizada, es edificada y construida en una zona que el mismo Alejandro eligió, provista de un puerto, un museo y una isla de augural faro.
Todo ser que convergiera allí, se iniciaría en la majestad humana.
El museo y el faro, museo y faro, son la unidad considerada una de las siete maravillas del mundo antiguo.
En la diáfana dignidad del Museo se procuraron inimaginables reliquias de China, India, Persia, Babilonia, Egipto, Etiopía, Israel y Grecia.
Los avezados investigadores del museo en sus especializados laboratorios analizaron los misterios de innumerables minerales, descubrieron e identificaron sus alquímicas propiedades mediante métodos aun ignotos en otras latitudes; asímismo clasificaron los dones de la herbolaria asiática, sus varias posibilidades terapéuticas se ratificaron después de rigurosos experimentos.
En su adelantado quirófano, a través de la práctica sistemática de osadas necropsias para el desarrollo de los fundamentos de la anatomía, se dio luz y rumbo al arte médico de occidente.
En su observatorio astronómico se elaboraron acuciosas cronologías, registros de ciclos helios-selenos y precisas predicciones de conjunciones planetarias.
Su memorable Biblioteca hospedó 10,000 títulos, en 50,000 volúmenes manuscritos que versaban referencias y temáticas imprescindibles en su tiempo, necesarias aún ahora. Su colegio de escribas, traductores e ilustradores nunca más fue superado por occidente.
Bosques de cilindros de papiro soportaron los estudios con la cuantiosa información y el conocimiento de oriente y occidente. Para su eficaz funcionamiento, la biblioteca adoptó la clasificación del saber de Aristóteles: Filosofía, Medicina, Matemáticas, Astronomía, Filología y Geometría.
La sede que habitarían los sabios: Estratón,
Euclides,
Arquímedes,
Herófilo,
Hiparco de Nicea,
Aristarco de Samos
Eratóstenes
Apolonio de Pérgamo
Herón de Alejandría
Se ubicó en la pulcra amplitud de un claustro con benéfica orientación, propicia iluminación de día y de noche, y embelesante ventilación; su epicentro refulgió en espejos de agua y en las resplandecientes delineaciones de sus melódicas fuentes que se entrelazaban a la purificante piscina; este paradigmático y confortable sofoterio estaba provisto de un refectorio de extensos ventanales bruñidos por la bendita brisa de las flores del mar mediterráneo.